Después de conversaciones secretas entre mandatarios del más alto nivel con la mediación del propio vaticano inclusive, con el intercambio de agentes de inteligencia por parte de ambos países, esta semana los jefes de ambos Estados dieron un comunicado simultáneo donde explicaban que después de 56 años se restauraban las relaciones diplomáticas, con reapertura de embajada y la posibilidad de viajes inclusive entre Cuba y EEUU.
Sin lugar a dudas, este suceso es un gran paso para Cuba que siendo leal a sus principios y manteniendo la independencia y soberanía de la isla ha tenido la capacidad de negociar cara a cara con la mayor potencia que ha existido en la historia de la humanidad, los Estados Unidos de América. Como decía el propio Raúl Castro “El heroico pueblo cubano ha demostrado, frente a grandes peligros, agresiones, adversidades y sacrificios, que es y será fiel a nuestros ideales de independencia y justicia social. Estrechamente unidos en estos 56 años de Revolución, hemos guardado profunda lealtad a los que cayeron defendiendo esos principios desde el inicio de nuestras guerras de independencia en 1868. Ahora, llevamos adelante, pese a las dificultades, la actualización de nuestro modelo económico para construir un socialismo próspero y sostenible”.
Independientemente de la opinión que se pueda llegar a tener sobre Cuba, es obligatorio reconocer que es una pequeña victoria, hasta el propio presidente Barack Obama reconocía esta semana que las políticas utilizadas por los Estados Unidos contra Cuba han sido un fracaso: “Está claro que las décadas de aislamiento de Cuba por parte de EEUU no consiguieron nuestro objetivo de promover el surgimiento de una Cuba estable, próspera y democrática. En determinados momentos, esta política a largo plazo de EEUU en relación con Cuba provocó el aislamiento regional e internacional de nuestro país, restringió nuestra capacidad para influir en el curso de los acontecimientos en el hemisferio occidental e imposibilitó el uso de toda una gama de medidas que Estados Unidos podría haber utilizado para promover un cambio positivo en Cuba. A pesar de que esta política se basó en las mejores intenciones, su efecto ha sido prácticamente nulo: en la actualidad Cuba está gobernada por los hermanos Castro y el partido comunista, igual que en 1961 (fecha del embargo). No podemos seguir haciendo lo mismo y esperar obtener resultados diferentes. Intentar empujar a Cuba al colapso no sirve a los intereses estadounidenses ni a los del pueblo cubano. Hemos aprendido tras una dura experiencia que es mejor fomentar y respaldar las reformas que imponer políticas que convierten a los países en Estados fallidos”.
Esta pequeña victoria de Cuba no se podría haber conseguido sin la presión de casi todos los países del mundo que año tras año en contra del bloqueo norteamericano contra Cuba. Sin embargo, esta reactivación de las relaciones entre ambos países no es el fin del embargo económico. Desde hace 56 años, Cuba continúa sin poder exportar e importar libremente productos y servicios hacia o desde los Estados Unidos, no puede utilizar el dólar estadounidense en sus transacciones financieras internacionales o tener cuentas en esa moneda en bancos de terceros países. Tampoco se le permite tener acceso a créditos de bancos en Estados Unidos, de sus filiales en terceros países y de las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
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